La piazza del Popolo es una bellísima plaza elíptica que marca el límite norte del casco antiguo de Roma. El obelisco egipcio que preside la plaza es de época de Ramsés II y fue traído a Roma por Augusto para decorar el circo Máximo. En el siglo XVI fue transportado aquí por Domenico Fontana.
La piazza de Spagna fue durante siglos el centro artístico y cultural de la ciudad. En la actualidad es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, siempre lleno de turistas y de romanos. Destacan las impresionantes escaleras que unen la plaza con la iglesia de santa Trinidad del Monte, la fuente de la Barcaccia, obra de Bernini o las elegantes tiendas de vía Condotti.
La Fontana de Trevi es uno de los lugares más famosos de Roma, está incrustada en la fachada del neoclásico palacio Poli y representa al dios Neptuno sobre una carroza tirada por caballos que parecen galopar sobre las aguas y conducida por dos tritones. Fue construida a mediados del siglo XVIII, y el agua que alimenta la fuente procede, todavía hoy, de un acueducto romano de época de Augusto que alimenta también las fuentes de la plaza Navona y de la de Spagna.
El Panteón de Agripa es uno de los edificios más importantes de toda la historia de la Arquitectura. Está prácticamente intacto y es de época del emperador Adriano (117-138 d. C.). Hoy se especula con la posibilidad de que el autor fuera el propio emperador, ya que sabemos que le gustaba la arquitectura y que incluso diseñó el templo de Venus y Roma en el foro romano. Se trata de un templo dedicado a todos los dioses (panteón) con una fachada de templo romano clásico pero con un interior único en la historia de la
arquitectura, un enorme espacio circular cubierto con una cúpula hemiesférica perfecta de igual altura que anchura. Esta rematado por un óculo de casi 9 metros de diámetro (si, ese agujero del techo mide 9 m.) y la anchura de la cúpula es de 43 metros, la mayor cúpula de la época preindustrial, ni siquiera la de M. Ángel en el Vaticano es más ancha, aunque sí más alta). En la actualidad están enterrados allí Víctor Manuel II, primer rey de la Italia unificada y el pintor Rafael.
En la iglesia de San Luis de los Franceses podemos apreciar unos cuadros de Caravaggio, uno de los grandes genios de la pintura de todos los tiempos. Representan varias escenas de la vida de san Mateo.
La iglesia del Gesú de finales del siglo XVI es la primera obra de transición hacia el barroco. La pintura de la bóveda, El triunfo del nombre de Cristo, de excepcional belleza anuncia ya este estilo. El derroche de mármoles polícromos y la exuberante decoración interior, se van convertir en un modelo a seguir para todas las iglesias barrocas de Roma.
Obviaremos el horrible Altar de la Patria, monumento a Víctor Manuel II –primer rey de la Italia unificada en 1870- (la máquina de escribir, o la tarta, llaman los indígenas al monumento), y estaremos ante el foro de Trajano (del 100 al 117 d.C.), muy destruida la basílica, pero casi intacta la columna trajana y los mercados trajanos. La columna narra las campañas de Trajano en la Dacia, última conquista del imperio y tan romanizada que todavía hoy, rodeado ese país de pueblos eslavos, sigue hablando una lengua romance muy parecida al español y llamándose la “otra Roma”, es lo que significa de hecho Rumanía. La columna es la principal fuente de información que tenemos sobre el ejército romano, ya que aparece realizando todo tipo de actividades, marchando, construyendo campamentos, puentes y calzadas, batallando en todas las formaciones posibles, etc. Ese edificio semicircular que veis son los mercados de Trajano. Son increíbles, más de 150 tiendas perfectamente conservadas en varios pisos (un centro comercial de la época) en la planta superior tiene hasta piscinas para vender el pescado fresco), es verdaderamente impresionante.
La plaza del Campidoglio, fue diseñada por M. Ángel. Ocupa la colina principal de la antigua Roma, el Capitolio. En ella se encontraba el templo de Júpiter Capitolino, el más importante de Roma, y era el lugar en el que se celebraban las asambleas más importantes. En los museos que hay en ambos lados de la plaza, hay piezas emblemáticas de la arqueología romana, como la
Loba Capitolina, fragmentos de la gigantesca estatua de Constantino (la que había en la basílica de su nombre), con un pie de unos dos metros de largo, el galo moribundo o la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio (la que hay en el centro de la plaza es una copia de ésta).
La isla Tiberina es la isla poblada más pequeña del mundo. Está unida a la ciudad por el puente Fabricio construido en el siglo I a. C., el más antiguo de Roma.
Al otro lado del Tíber nos encontramos con el Trastévere, barrio popular de Roma. En algunos de sus rincones la Roma de los años de la posguerra ha quedado prácticamente congelada.
El Coliseo, la ruina más impresionante de Roma y el monumento más famoso del mundo. Su nombre deriva de su proximidad a una estatua colosal de Nerón, de unos 30 metros de altura y cuyo basamento cuadrado todavía se conserva y podéis contemplar. Fue inaugurado en el 80 d. C. y tenía como funcionalidad los juegos de gladiadores (ludi gladiatori), luchas contra fieras (venationes, los romanos provocaron la extinción de numerosas especies salvajes de Europa y sus alrededores) y batallas navales (naumaquias), para las que se inundaba la arena. Estuvo en uso la friolera de 450 años (en el 450 d. C. aproximadamente se prohibieron los juegos de gladiadores y en el 525 las venationes). Cabían unos 50.000-70.000 espectadores y bajo la arena tenía un complicado sistema para subir las fieras por más de 24 ascensores). A lo largo de estos 2.000 años ha sufrido varios terremotos (le falta la fachada sur por esta causa), saqueos, destrucciones, ha sido expoliado del mármol polícromo que lo recubría, de las estatuas y hasta de las grapas que unían los sillares (son esos agujeros cuadrados que hay en los grandes bloques), ha sido fortaleza durante varios siglos en la edad Media, pero sigue resistiendo el paso de los siglos. Ya lo advirtió un viajero inglés (Beda el Venerable) cuando visitó Roma en el 700 aproximadamente: Mientras el Coliseo se mantenga en pie, Roma se mantendrá en pie, cuando el Coliseo caiga, Roma caerá, cuando caiga Roma caerá el mundo.
Pegado al Coliseo está el arco de Constantino, levantado para conmemorar el triunfo de este emperador sobre su rival Majencio, en la batalla del puente Milvio (313 d.C.), en la afueras de Roma. Cuenta la leyenda que la noche anterior a la batalla Constantino tuvo una visión, en el cielo vio una cruz con una leyenda: in hoc signum vinces (con este sigo vencerás). Al día siguiente Constantino arengó a sus soldados diciendo que contaba con la ayuda del omnipotente dios de los cristianos, les pintó una cruz en la espalda y éstos, henchidos de moral de victoria arrollaron a las legiones de Majencio. Constantino declaró inmediatamente el cristianismo religión tolerada dentro del imperio, aunque en la práctica se convirtió en religión oficial del estado y el emperador en su máximo responsable. El arco es de tres vanos y se nota ya la decadencia galopante de la civilización romana, de hecho la mayor parte de sus relieves fueron expoliados de otros monumentos más antiguos de época de Trajano, Adriano y de los Severos. Los pocos relieves originales muestran ya la rigidez, antinaturalismo y esquematismo que serán normativos en la iconografía occidental durante casi toda la Edad Media.
El Foro está casi totalmente arruinado como podréis comprobar. Lo primero que veremos en el foro entrando desde el Coliseo es el arco de Tito (80 d. C.), erigido para conmemorar el triunfo de este emperador sobre los judíos y la conquista y destrucción de Jerusalén. En el interior del arco los legionarios portan como botín la menorá, el famoso candelabro de los siete brazos (Tito como hijo y sucesor de Vespasiano inauguró el Coliseo que su padre empezó, y que se financió casi en su totalidad con el botín obtenido en la campaña de Jerusalén). Más adelante a la derecha otro de los más impresionantes restos romanos, la basílica de Majencio o de Constantino, construida a comienzos del siglo IV. Era un gigantesco edificio con funciones judiciales y comerciales, de tres naves, una central más ancha y alta que las dos laterales. Aunque sólo se ha conservado una de las naves laterales, podemos darnos cuenta de la magnificencia del edificio. Originalmente estaba cubierto en su interior con mármol. El edificio de arcos de medio punto y bóvedas de cañón, albergaba una estatua colosal de Constantino algunos de cuyos restos se pueden ver en los museos capitolinos (en la plaza del Campidoglio). El edificio de la Curia se conserva bastante bien, es del siglo III d.C., en él se reunía el Senado. Las puertas de bronce originales se llevaron a la basílica de s. Juan de Letrán y allí se conservan, tienen unos 12 metros de altura creo recordar. Al final del foro encontramos el arco de Septimio Severo, del 200 d.n.e. aproximadamente. También de tres vanos, muestra ya el barroquismo al que estaba derivando la iconografía romana en esa época. Aparte de eso en el foro queda poco más que ruinas: restos de basílicas (Emilia y Julia) y de templos (de Vesta, de Vespasiano, de Cástor y Pólux…).
El Palatino es el más antiguo lugar de poblamiento de la ciudad. En época romana esta colina fue el lugar de residencia de las clases altas romanas, que disfrutaban en ella de lujosas mansiones. Los emperadores residieron formalmente en ella. Domiciano construyó un lujoso palacio con dos partes diferenciadas, una pública y otra privada. Desde la parte oeste de la colina había una excepcional vista sobre el circo Máximo; incluso Domiciano se construyó su propio circo en el interior de la colina, y que se ha conservado bastante bien. La colina dio nombre a la suntuosa residencia imperial y ésta a todos los palacios del mundo.
Del Circo Máximo, lugar donde se celebraban carreras de cuadrigas no ha quedado prácticamente nada, sólo una gigantesca explanada en pleno centro de Roma de unos 600 m. de largo por unos 200 de ancho. Las fuentes dicen que tenía un aforo de más de 250.000 espectadores.
El Vaticano es el templo más grande de la Cristiandad. La cúpula, de 135 m. de altura y 41 de anchura la hizo M. Ángel en la 2ª mitad del XVI. Es una cúpula de tipo florentino, con un perfil apuntado, que se convierte en el elemento más expresivo de la construcción. Es una cúpula pesada, con casquete hemiesférico interno y cúpula apuntada externa, ambas sin fundir como la de Florencia Si subimos a ella podréis comprobarlo, puesto que el pasadizo de subida pasa justo entre las dos cúpulas, la externa y la interna. Se apoya sobre pechinas, por lo que tuvo que reforzar los pilares, que alcanzan los 18 m. de anchura y zuncharla con 10 cadenas de hierro que recogen los empujes de la base del tambor. Es una gigantesca cúpula de 42 m. de ancho (menos que el Panteón) y 132 de altura. Como la florentina, está rodeada de una serie de 16 nerviaciones para evitar la monotonía y rematada por una linterna. Se constituyó en prototipo para las posteriores, tanto renacentistas como barrocas. Justo debajo de la cúpula, en el interior de la basílica, está el baldaquino de Bernini, especie de dosel gigante de más de 20 m. de altura ubicado sobre el lugar donde supuestamente se encuentra la tumba de S. Pedro. Entrando a la basílica a la derecha podemos apreciar la Piedad de M. Ángel en la que una virgen-niña sostiene en sus brazos el apolíneo cuerpo de su hijo muerto. Es la única obra firmada de M. Ángel. Los museos vaticanos tienen obras maestras de la cultura occidental, como el archiconocido Laocoonte, una de las esculturas más famosas e influyentes de la Historia que maravilló al propio M. Ángel (fue hallada en Roma en 1506). Es una copia romana de un original helenístico en bronce del siglo II a. C. y representa una de las escenas de más intenso dramatismo de la Hª del Arte. El sacerdote troyano Laocoonte es castigado por Poseidón a ser devorado por una serpiente
marina para que no advierta a los troyanos de que el caballo que los aqueos han abandonado en la playa será la causa de la caída de Troya. El Apolo Belvedere, copia romana del siglo II d. C. de un original griego en bronce, atribuido a Leocares (330-320 a. C.), colocado en el Ágora de Atenas. Representa al Dios de la belleza, con un brazo extendido para sostener probablemente un arco, y una flecha en la otra mano. Durante el período neoclásico fue tomado como ejemplo de perfección formal y de virtuosismo técnico, y fue llevado al Vaticano por decisión de Julio II.
La capilla Sixtina alberga dos impresionantes pinturas de M. Ángel. La Bóveda (1508-1512), pintada al fresco, fue obligado a ejecutarla por el papa Julio II, para quien también estaba realizando al mismo tiempo su sepulcro, y a instancias de Bramante, celoso del favor que el Papa prestaba a M. Ángel. Recoge un vastísimo programa iconográfico tomado de pasajes del Antiguo Testamento: la creación del Mundo, del Hombre, la expulsión del Paraíso, el arca de Noé... Pinta más de 350 figuras de tamaño superior al natural sobre una enorme superficie luchando con las irregularidades de los lunetos. Finge arquitecturas de arcos pilastras y medallones para encuadrar las figuras en un espacio inexistente, es la quadratura. El dibujo de trazo firme, el claroscuro de las figuras, y los violentos y casi inverosímiles escorzos contribuyen a potenciar el efecto plástico (no olvidemos que M. Ángel se sentía ante todo escultor, y que esta consideración se plasma en toda su obra no escultórica a la que imprime por tanto un fuerte carácter plástico). En el tramo central las escenas del Génesis anteriormente citadas, flanqueadas por profetas y sibilas que, sentados en las más variadas posiciones, toman posesión del espacio con gran energía. La Creación de Adán es una de las escenas más famosas: Dios Padre extiende su índice como símbolo de toda la Creación, índice que emite vida sin necesidad de contacto, ya que no lo hay entre el dedo del Creador eterno y el de la estatua de barro de la que surgirá la vida; ángeles sin alas y no evanescentes, corpóreos y robustos, rodean al Creador. En la creación de los astros aparece Yahvé de frente y de espaldas, probablemente para reforzar la espacialidad. Completan la iconografía los ignudi, efebos impúberes y andróginos que se muestran indiferentes ante el vasto despliegue creador; representan la humanidad, la materia, el cuerpo. No hay ni la más mínima referencia a la redención de la cruz. 25 años después M. A. volvió a la Sixtina para pintar el muro cabecero de la capilla, donde ejecuta el Juicio Final: un Cristo imberbe descarga todo el peso de su justicia, con ese brazo derecho que parece que va a dar un porrazo sobre la mesa, es la famosa terribilità de M. Ángel. Cataratas de desnudos pregonan la fuerza del exterminio final, ángeles trompeteros anuncian el fin, los muertos resucitan, unos son precipitados a los abismos infernales y otros ascienden hacia la Gloria divina. Cristo, rodeado de santos, profetas y apóstoles imparte justicia inmisericordemente, las intercesiones de éstos no parecen hacer efecto en Cristo, hasta la propia Virgen parece acobardada ante la figura de su hijo. Los cientos de figuras desnudas herían la sensibilidad de los papas, por lo que poco después de la muerte del maestro intentaron destruirlas.
El Ara Pacis es un altar levantado en mármol por el Senado para conmemorar el regreso de Augusto tras las guerras contra los cántabros y astures y el fin de las Guerras Civiles. Es una estructura hípetra (sin techo) de planta cuadrada de 11 x 10 x 4'60 metros construida en mármol de Carrara. El ara propiamente dicha se levanta sobre un pedestal escalonado y sobre un pódium o basamento. A su alrededor se construyó un muro de piedra en el que se abrían dos puertas de acceso: una, la principal con escalinata de acceso para los oficiantes, otra, a ras de suelo por la que se introducían los animales para sacrifico. El muro perimetral presenta un relieve escultórico de notable influencia griega. Conmemora la paz octaviana: altas personalidades, magistrados, sacerdotes y dignatarios, desfilan para rendir tributo a la paz. Augusto, Livia y Tiberio aparecen purificados con corona de laurel. Las figuras se muestran en dos planos: medio relieve, para los personajes principales que aparecen en primera fila (entre los que destaca el propio Augusto) y relieve más plano para los personajes secundarios ubicados en segunda fila.
La galería Borghese es un importante museo romano ubicado en un palacete construido en el siglo XVII por el cardenal Scipione Borghese, mecenas y amigo de Bernini. Está rodeado de un vasto jardín que actualmente es uno de los más grandes de Roma. Podremos ver importantes mosaicos romanos con escenas de luchas de gladiadores y sobre todo importantísimas obras maestras de Bernini, como el David, el Apolo y Dafne y el Rapto de Proserpina. También obras de Caravaggio.
Santa María de los Ángeles y de los Mártires. Es el antiguo tepidario (sala deagua templada) de las Termas de Diocleciano (del siglo III d. C.), de hecho el nombre de la plaza, Termini, deriva de termas. Las Termas de Diocleciano, las más grandes e imponentes de todo el imperio, eran unas impresionantes instalaciones con, no sólo termas, también bibliotecas, palestras, gimnasios, jardines… ubicadas en un gigantesco cuadrado de casi 400 metros lado. De estas termas sólo quedan algunas cosas: el nombre de la plaza, restos en el interior del museo de arte romano aledaño y la forma de la plaza de la República, el semicírculo de esta plaza corresponde a un antiguo graderío para ver los ejercicios gimnásticos que se realizaban donde ahora está la puerta de la iglesia. Pero sin duda, como hemos dicho antes, el resto más importante de las termas lo constituye la actual iglesia de Santa Maria degli Angli Dei, restaurada por también por M. Ángel en el XVI y situada en la citada Plaza de la República. La actual iglesia es el tepidario de las antiguas termas: una sala gigantesca cubierta con bóvedas de arista originales del III d.n.e. Mide más de 100 metros de largo por 27 de ancho y 28 de altura y prácticamente se conserva como en el III d. C. Las columnas de granito rojo y fuste monolítico son originales de época de Diocleciano y miden 15 metros de altura por 1,5 de ancho, M. Ángel hizo una restauración muy respetuosa, sin tocar prácticamente nada de la primitiva sala de las termas. Otra de las curiosidades de esta iglesia es la meridiana. Un pequeño orificio oblicuo, ubicado a una determinada altura en uno de los muros de la iglesia, permite determinar anualmente los solsticios y los equinoccios; esos días, los rayos solares atraviesan el orificio e inciden en unos puntos previamente marcados en el suelo. De esta manera se podían ajustar los días y las horas al calendario solar y oficial.
Los obeliscos. Estos afilados mástiles monolíticos fueron construidos por los egipcios como símbolo del dios Sol. Se solían disponer en parejas a la entrada de los templos y están grabados con inscripciones jeroglíficas. Hay trece obeliscos egipcios en Roma (de hecho en Egipto sólo quedan cinco). Todos ellos fueron traídos aquí por los antiguos romanos cuando el país fue conquistado por Roma en el 30 a. C., en algunos casos construyendo barcos especiales para poder transportarlos. Fueron reutilizados a partir del siglo XVI por los papas para decorar plazas y jardines. Casi todos ellos permanecieron abandonados en el suelo durante toda la Edad Media; otros se hallaron enterrados en el siglo XVII y XVIII y vueltos a reutilizar. Los más famosos son el de la plaza de del Vaticano (el único sin jeroglíficos), el de la plaza Navona, el de la plaza del Popolo y el de la plaza de S. Juan de Letrán.
Fuentes de los distintos riones
En 1927, el gobierno fascista encargó al arquitecto Pietro di Lombardi diseñar una serie de fuentes, una para cada barrio histórico de la ciudad –en Roma llamados rioni (rione en singular)-. De este modo, junto al escudo representativo del mismo, podemos encontrar en la actualidad unas diez fuentes, haciendo alusión cada una de ellas a la actividad principal que tradicionalmente se llevaba a cabo en la zona de la ciudad donde se encuentra. Entre las mismas, se pueden encontrar por ejemplo la Fuente de los Libros, en el rione Sant‟Eustachio -zona universitaria ya que hasta esas fechas la Universidad de Roma, la Sapienza, había tenido su sede allí, en Sant‟Ivo alla Sapienza- o la Fuente de las Ánforas en Testaccio, monte cuya historia se ha explicado un poco más arriba. Es verdaderamente interesante pasear por Roma y tratar de reconocer el resto así como el por qué de la iconografía que presentan.
Los ‘nasones’
Una de los elementos que quizá nos llame la atención a los españoles el primer día que llegamos a Roma, sobre todo si se es de las zonas más afectadas por la sequía, es probablemente el ver emanar en continuación agua de las miles de fuentes destinadas para beber esparcidas tanto por el centro como por la periferia. Son los famosísimos nasones –de naso, nariz, significando nariz grande-. Son además el método perfecto para detectar quien acaba de llegar a la ciudad: si aquel que bebe se agacha directamente hasta el chorro, podremos concluir que seguramente no lleve en Roma más de 24 horas. Si se ha permanecido ya por algún tiempo, se habrá visto a algún lugareño, o turista con más experiencia, que nos haya hecho entender que el agua se bebe tapando el agujero por donde normalmente escapa, lo que creará otro chorro de menor caudal que sale hacia arriba, provocado por la existencia de un pequeño agujero en la parte superior de la susodicha „nariz‟. Indicar también que existen tres nasones de los originales del siglo XIX, fácilmente distinguibles porque el agua sale de la cabeza de tres cabezas de dragón. Uno de ellos puede verse en Piazza Rotonda, plaza donde se encuentra el Panteón.
La Plaza de España
Se trata de la escalera probablemente más famosa del mundo, debiendo su nombre al palacio de la embajada de España ante la Santa Sede que se encuentra en la plaza existente a sus pies.
Fue construida por orden del papa Benedicto XIII, con ocasión del jubileo de 1725, para conectar dicha embajada borbónica con la iglesia de la Trinità dei Monti, el templo que podemos ver después de subir los 135 escalones.
Es la primavera la época en la que presenta un aspecto más bonito, ya que se encuentra recubierta de miles de flores. Se trata de un punto de encuentro de jóvenes, un lugar donde pasar una tarde agradable, y, casi en cualquier época del año, se encuentra con muchísimo ambiente a todas horas.
A los pies de la escalinata se puede observar la fuente de la Barcaccia, de Pietro Bernini y su hijo Gian Lorenzo, representando el hecho de que según se cuenta, llegó hasta ese punto una barca arrastrada por un aluvión del Tiber en el año 1598.
La Fontana di Trevi
Es otro de los monumentos más famosos y visitados de, para muchos, la ciudad más bella del mundo (“la città più bella nel mondo”).
Venimos callejeando desde la Piazza de Spagna, y de repente, avisado por un tumulto de personas, aparecerá ante nuestro ojos la imponente Fontana di Trevi (si es que la cantidad de turistas que hay habitualmente nos deja…)
¿Qué es lo más típico en esta fuente?: fijaros en lo que hacen los demás turistas (y recordar que ahora somos uno de ellos), e imitarles. El premio será regresar a Roma.
La Fuente de Trevi es el punto terminal del antiguo acueducto "Acqua Vergine" (Aqua Virgo, en Latín), mandado construir por Marco Vipsanio Agrippa. El aspecto actual se debe a Nicola Salvi, quizás utilizando el proyecto y concepción de Gian Lorenzo Bernini.
Esta imponente fuente tardó 30 años en construirse, del 1732 al 1762. Como dato anecdótico, señalar que Salvi perdió el concurso organizado por el Papa Clemente XII un par de años antes, aunque fue el elegido final por ser ciudadano romano y en detrimento del ganador, Alessandro Galilei, que era florentino.
El conjunto muestra al dios Neptuno, flanqueado por dos tritones, cada uno de los cuales está acompañado por un caballo que representa uno de los dos estados de la mar, esto es, la mar en calma por un lado y la mar revuelta y embravecida por el otro.
Plaza Navonna
La plaza Navona tiene esa forma tan peculiar porque es el antiguo estadio de Domiciano (fines del I d.C.). En el centro la fuente de los cuatro ríos, de Bernini. Representa los principales ríos mundiales conocidos hasta entonces (Nilo, Ganges, Río de la Plata y Danubio). A su lado una iglesia de Borromini. Estos arquitectos coetáneos (siglo XVII) se profesaban una gran rivalidad.
Dice la leyenda que una de las figuras de la fuente se cubre el rostro con el brazo para no ver la iglesia de Borromini y otra está de espaldas y como atemorizada, esperando que la iglesia se le caiga encima.
Prácticamente de la mañana a la noche se encuentra llena de turistas, artistas callejeros, músicos, vendedores de obras de arte, y de camareros que van arriba y abajo recibiendo y sirviendo comandas en los restaurantes que se encuentran en la plaza.
En su punto medio podemos contemplar el obelisco sobre la magnífica Fontana dei quattro fiumi, Fuente de los cuatro ríos: Danubio, Ganges, Nilo y Rio de la Plata (intentar descubrir la representación de cada uno) que representan a los cuatro continentes, del maestro Bernini, así como la iglesia de Sta. Agnese in Agone, de su „rival‟, Borromini. De Bernini también son las otras dos fuentes, al norte y al sur de la plaza: la Fontana del Moro y la del Nettuno.
Il Campo di Fieri
Hasta el S XV la plaza no existía, y en su lugar había un prado florido, del cual deriva su nombre. En el 1456 el Papa Calixto III hace pavimentar la zona como parte de un proyecto más amplio de remodelación de todo el rione (barrio) de Parione. Esta remodelación preveía que muchos edificios importantes fueran construidos en la zona; en particular, el edificio de la familia Orsini estaba en el mismo Campo dei Fiori.
Por este motivo la plaza se hace un lugar de paso obligatorio para las personalidades más relevantes tales como embajadores y cardenales. Esto aportó un cierto bienestar a la zona: la plaza se convierte en la sede de un floreciente mercado de caballos que se llevaban dos veces a la semana (lunes y sábados), y en torno a ella surgieron muchos locales, albergues y talleres de artesanos. La plaza se convierte en centro de actividades varias, ya sean comerciales o culturales.
En Campo dei Fiori tenían lugar ejecuciones públicas. Aquí el 17 de febrero del año 1600 fue quemado vivo Giordano Bruno, por expresar en escritos y conferencias sus ideas acerca de la pluralidad de los mundos y sistemas solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio y el Universo y el movimiento de los astros. En su recuerdo se construyó, en el año 1889, un monumento que podemos ver en la misma plaza.
Fonte del Acqua Paola
Esta fuente en forma de gigantesco arco del triunfo fue construida por Flaminio Ponzio y Giovanni Fontana para recibir el agua del antiguo acueducto de Trajano que Pablo V había recuperado para abastecer el Trastevere, el barrio de Via Giulia y el Vaticano.
Il Trastévere
Este barrio es, sin duda, el verdaderamente “romano”. Su nombre significa “más allá del rio Tiber” (de aquí el nombre latino “TransTiberim” y el consecuente Trastevere).
Es especial por su atmosfera, por su gente -que se hacen llamar “trasteverinos”-, por el encanto que se percibe en cada placita, en el conjunto mágico de sus callejuelas y callejones, en las magnificas arquitecturas religiosas y públicas que nos han llegado prácticamente intactas...
Llegó a ser el barrio más poblado de Roma en época del emperador Augusto.
Entre todas las iglesias inauguradas en esta parte de la ciudad, destaca la de S. María in Trastevere, la basílica más antigua de Roma (año 337). Se encuentra en la plaza del mismo nombre, verdadero centro neurálgico de todo el barrio. Posee importantísimas muestras de arte bizantino, sobre todo preciosos mosaicos de teselas doradas.
Pero el Trastevere se descubre poco a poco, y sin prisa, también entre un taller y un mesón, entre una librería y una galería de arte y, naturalmente, entre sus increíbles restaurantes y pizzerías.
De este modo, caminando tranquilamente, es posible encontrar una torre de época medieval (Torre de los Anguillara del siglo XIII), una iglesia – la de S. Benedetto in Piscinula – con uno de los pavimentos más bellos de la ciudad (hecho en el siglo XI con trozos de mármoles antiguos donados por la familia de los Cosmati) y con el campanario más pequeño de Roma, un vicolo (callejón) llamado el “Vicolo dell‟Atleta”, donde hace dos siglos se descubrió una estatua romana de gran importancia para la historia del arte clásico.
Otra iglesia que merece la pena visitar es la de Santa Cecilia: en sus subterráneos conserva una serie de construcciones que se han identificado como pertenecientes a diferentes épocas romanas desde la republicana (siglo II a.C.) hasta los siglos II y IV d.C.
Porta Portese
Juntar energías y ASEGURAR VUESTRAS CARTERAS. Porta Portese es un descomunal y populoso mercado -el más famoso de Roma- con más de cuatro mil puestos en los que se vende todo lo imaginable, sea nuevo, usado, moderno, antiguo, útil o, a todas luces, inservible. Se despliega desde los pies de la Porta Portese -la más joven de las puertas de la ciudad, mandada a construir por el Papa Urbano VIII y terminada en 1644 por su sucesor, Inocencio X- y se extiende por varios kilómetros en calle paralelas, en medio de un griterío notable, acompañado cada tanto de música tan multicultural como los vendedores, de muchas nacionalidades: italianos, rumanos, polacos, rusos, marroquíes, egipcios, chinos, pakistaníes, turcos, coreanos, vietnamitas.
Las personas compradoras también son muy diversas y en muchos casos muy llamativas: se ven desde monjes budistas mirando chaquetas, adolescentes probándose camisetas de fútbol, madres con niños en busca de conchitas de mar, pelados eligiendo sombreros, monjas comprando corpiños y radios a pila……… El paseo es una experiencia delirante que da para todos los gustos y necesidades: maletas, lámparas, unos collares peludos, herramientas, aparatos para tomar la presión, ropa nueva y usada, cañas de pescar, muebles de gran variedad, peluches, telas, zapatos, salchichas, binoculares, pipas, artículos de Navidad en todas las temporadas, semillas, piedras, calzoncillos de modelitos exóticos…. Todo lo que puedas pedir, en este mercado lo vas a encontrar, ya sea nuevo o usado.
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